top of page
Inicio: Blog2

XELA

  • Foto del escritor: Valerie Rodas
    Valerie Rodas
  • 17 feb 2020
  • 4 Min. de lectura

SIgo sin comprender por qué causa en algunos una arrogante extrañeza cuando cuento que no conocía Xela, pareciera que en este siglo decir que no uno desconoce un lugar es algo terrible, explorar el mundo ya no es parte de una natural curiosidad humana sino más una obligación comercial asociada con “estatus”, qué pena, supongo.

En Xelajú el frío lo sentí distinto y es que esta vez a la baja temperatura le encontré el gusto, porque en un lugar tan hermoso ¿cómo no?. La Ciudad de Quetzaltenango se fundó en 1529 sobre una antigua ciudad Kiché, a 2,333 mts. sobre el nivel del mar en el altiplano guatemalteco, Quetzaltenango fue proclamada Capital de Centroamérica por el Parlamento Centroamericano en 2008, es una de las ciudades más frías de América Central. Me quedé sin conocer muchos lugares pero si la vida me permite, regresaré una y otra vez, de lo que ví, todo me gustó, principalmente la quietud en comparación con la ciudad de Guatemala, las bocinas de los carros sonaron contadas ocasiones, la educación de los locales me dejó fascinada, todos muy cordiales, había una señal de tránsito que no había visto antes, 1X1, es decir, pasa un automotor en una calle y da paso a otro de la calle contraria y así sucesivamente, siempre se aprende algo nuevo.

“...Y de tanto andar conmigo me gusta lo que me pasa, me pasan cosas como estas aunque no tenga importancia andar contándole a todos todas las cosas que pasan…” cantó por última vez el cantor Cabral en Xela, dejando palabras sabias acompañado de una guitarra en la tarima del Teatro Roma, entrar allí me estremeció todo. Del centro histórico me gustó todo, el Teatro Municipal es espectacular en arquitectura, fue fundado en 1895, el 18 de abril de 1902 sufrió severos daños por un terremoto, se dio su restauración y re-inauguración en 1908 y en 1995 fue sometido a una nueva restauración, tiene capacidad para 1050 personas, con tres secciones, Luneta, Palco alto y Anfiteatro, afuera se sitúan varios monumentos, entre ellos el busto del poeta Osmundo Arriola, primer galardonado de los Juegos Florales de la ciudad, la estatua de Cronos, la estatua de Artemisa y los bustos del compositor Jesús Castillo y de Alberto Vásquez.


Caminé por el Pasaje Enríquez, nombrado así por su propietario, Juan B. Enríquez, el edificio fue construido por el arquitecto español Alberto Portal en lugar de la propiedad que habitaba. En mi recorrido tomé una foto del Kiosko del Parque Central que es un monumento a uno de los autores del Himno Nacional, Rafael Álvarez Ovalle. La catedral de los Altos o del Espíritu Santo estaba espléndida con el azul del cielo alumbrando la fachada original que se remonta a 1532, uno de los objetivos de la construcción del templo era evangelizar a la mayor parte de indígenas esclavizados por los conquistadores españoles, fue la segunda catedral erigida en el país, su construcción inició por orden del primer Obispo que tuvo Guatemala, Francisco Marroquín, fue demolida por los daños sufridos con el paso del tiempo y una nueva iglesia fue erigida a partir de 1899 pero se conservó la fachada original. El nuevo templo fue inaugurado en parte en 1954 y para 1960 Monseñor Manresa y Formosa bendijo la cúpula central. La construcción completa incluyendo fachada y atrio finalizó en 1991 y es ahora una iglesia al servicio de la comunidad católica de Quetzaltenango.


Mi hospedaje fue en un hotel que me dejó clavada una nostalgia muy deseada, la de haber conocido cómo se vivía antes, sin tanta cosa para distraerse de la vida. Casa de las FLores es el lugar opuesto a los hoteles de lujo que me recomendaban para hospedarme, perfectamente retirado del centro para dar oportunidad a conocer los alrededores de la ciudad, en este espacio un tocadiscos con la estática acompañando a Elvis Presley fue la compañía perfecta en la habitación con detalles cincuentones, la hospitalidad del personal fue perfecta y la limpieza impecable, el desayuno exquisito y si es de gustos clásicos este es el lugar para dormir en plena tranquilidad. “...Dios quiera que el hombre, pudiera volver a ser niño un día, para comprender que está equivocado, si piensa encontrar con una chequera la felicidad…” cantó Facundo aquel 7 de julio de 2011 bajo la luna de Xelajú.

La misma luna que alumbró a Paco Pérez en sus noches de pena por una morena de dulce mirar; dicen que tal morena existió y su cuerpo yace en el Cementerio General de Quetzaltenango, el mismo nosocomio que me sorprendió con sus mausoleos imponentes, con estatuas de ángeles que curiosamente coinciden en carecer de cabeza y el brazo derecho, con sus colores encendidos y leyendas escondidas; un perro sediento caminaba cerca de los restos de la gitana Margarita Mielos, mejor conocida como Vanushka, a quien cuenta la leyenda que su enamorado dejaba una rosa roja todas las mañanas encima de su tumba, él era un joven una década menor que ella, de alta sociedad de Quetzaltenango. Se dice que Vanushka llegó a Xela procedente de España, con un grupo de gitanos que se instalaron cerca del río de La Ciénega y durante su estadía entre 1917 y 1918, la gitana conoció al joven pero la familia de este evitó el amorío y Vanushka murió de un incontenible amor. Ahora, cada 14 de febrero, los creyentes llevan flores a la tumba y dejan mensajes que son encargos de amor, “...te pido que me agas el milagro que Wilson vuelva enamorarse de mi, que me suplique… que sus padres me quieran como una hija… no quiero sufrir más, Flory, Wilson y nuestro hijo, Juan.” dice una de las súplicas escritas sobre la tumba de cemento, tanta dulzura cerca de la muerte me erizó la piel mientras la boca pintada de la estatua de Vanushka casi me observaba. La agrupación Alux Nahual hasta le compuso una canción, donde la describen con ojos como la noche y sonrisa que brillaba como perlas de mar. https://www.youtube.com/watch?v=WYFgWvHOkec


Fui a Xelapan, tomé chocolate, me comí una pizza, compré piedras y shecas, con suéter y bufanda durante todo el viaje para cubrirme del frío tan cálido que me dejó esta bellísima ciudad. Con el

acertado nombre del explorador Cristóbal Colón, ganó mi confianza este transporte que por Q110 me brindó el pasaje a un lugar que de ahora en adelante no dejaré de visitar porque durante mi estadía la luna se me escondió y esos destellos de plata los tengo que admirar.



Comentarios


Inicio: Bienvenidos
bottom of page