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EL SANTUARIO, ENTRE RELIQUIAS Y BRONCE

  • Foto del escritor: Valerie Rodas
    Valerie Rodas
  • 10 abr 2023
  • 4 Min. de lectura


Le confieso que sólo iba a compartirle la fotografía que tomé y le agregaría un texto sencillo: “El Santuario de Guadalupe admirando el atardecer.” Pero gracias a quienes han investigado y plasmado historia de esta país, me topé con demasiados datos interesantes como para excluirlos de esta publicación. Esta impresionante construcción, tiene más de 70 años de antigüedad.


Cuentan que el culto guadalupano comenzó en 1531, con las apariciones de la Virgen en el cerro del Tepeyac, en las cercanías de la ciudad de México, que tomó el nombre de Guadalupe por la devoción de los castellanos a una imagen de la Virgen, en Cáceres.  En el siglo XVII su culto se propagó y en el siglo XVIII era de gran importancia en Guatemala, a tal punto que el Altar del Perdón de la catedral estaba dedicado a la Virgen de Guadalupe.  Sin embargo, a diferencia de los otros barrios en la ciudad de Guatemala, el barrio de Guadalupe no existió como tal en la ciudad de Santiago, en el valle de Panchoy.  Se sabe que se intentó establecer una ermita dedicada al culto guadalupano en la urbe, pero finalmente fue destinada al Hospital de San Lázaro, para enfermos de lepra. Esto hace tantos siglos que qué bueno que alguien más lo documentó para así enterarnos en la actualidad.


El Santuario de Guadalupe está ubicado en la 1a. Av. y 8a. Calle de la zona 1 y es uno de los más recientes en construcción de la Nueva Guatemala. Cabe mencionar que en la Ciudad de Guatemala existen únicamente dos iglesias en honor a la Virgen de Guadalupe, la Villa de Guadalupe en la zona 10 y el Santuario de Guadalupe en  el centro histórico.


El diseño arquitectónico del Santuario tiene elementos clásicos. El cielo de las tribunas está decorado por frescos que emulan a la Catedral de San Pedro, en Roma. Los arcos interiores están sostenidos por cuatro columnas, en cada uno de los cuales aparecen esculturas de ángeles. La construcción Tiene una cúpula con 12 ventanas y en el interior del templo descansa una reliquia, un órgano para amenizar los oficios religiosos de la prestigiosa marca Walcker de fabricación alemana, en 1955, el Opus 3289, integrado con 1900 pipas que fue restaurado por el guatemalteco Mauricio Flores y re estrenado en un concierto el 10 de junio de 2010, hay un órgano de la misma marca en la Catedral Metropolitana, sin embargo este es tres veces más grande el del Santuario. El templo tiene 8 campanas fundidas en bronce y en la parte del atrio están colocadas ocho astas para las cinco banderas de Centroamérica, la del Vaticano y la de México.


Los terremotos de 1917 y 1918, destruyeron buena parte de la construcción original, distinta a la que hoy podemos apreciar. Cuentan que el terreno, que era amplio, se utilizó para damnificados del terrible suceso. Fue una década después que se dio inicio a la reconstrucción y los primeros planos para levantar la iglesia fueron hechos por el arquitecto Guido Albani en 1929 y aprobados por el entonces canónigo José Ángel Montenegro. Los planos de Albani incluyeron columnas dóricas en las fachadas, cúpula y dos torres. En 1931 se publicó en un periódico otro proyecto, que tenía aspecto neogótico, en ese momento, se había formado expectativa por el cuarto centenario de las apariciones de la Virgen en México, por lo que se estrenó una nueva campana. Como parte de las celebraciones, se confeccionó el marco para la pintura de la Virgen, tallada por Alberto Navas y Manuel Herrera Rubio. En aquellos años, promovía las obras de construcción el sacerdote Julio Martínez Flores.


En 1933 se concluyó la primera de las dos torres diseñadas para campanarios. Al terminarse la torre se continuó con la fundición del techo, para las vigas se utilizaron rieles de ferrocarril. El 12 de diciembre de 1936 se estrenó la iluminación eléctrica. En 1942 se terminó la fachada principal, no I con recubrimiento de imitación de piedra en punta de diamante. En 1945 se inauguró la puerta de bronce, con relieves, con un peso de 6 mil libras, fundida en los talleres de Benjamín Granados.


Todos los recursos para la construcción de la iglesia provenían de donaciones, fueron más de Q40,000 invertidos. Una imagen principal de la Virgen ocupa el altar mayor, de 2.80 metros de altura, obra del escultor Esteban Rojas González, con vestido de estofados elaborados por Enrique Acuña, y bendecida el 12 de diciembre de 1946, mismo año en que se bendijo la primera piedra del altar de mármol, por el arzobispo Mariano Rossell. Finalmente, el 11 de noviembre de 1952, se dio por concluido el Santuario.


El terremoto de 1976 afectó la estructura levemente y en 1978 se realizó un proceso de remozamiento del edificio. Se abandonó el uso del baptisterio y se inició la colecta para cambiar las ventanas, las originales eran de madera con vitrales de colores. En 1980 ya habían sido sustituidas por las actuales, estructuras sencillas de metal con vidrios opacos. Durante una de las actividades se produjo un accidente que rompió los grandes vidrios que servían de cancel y por ello, se realizó otro en madera, que se donó posteriormente al templo de Santa Catalina y se colocó el actual.  También se revalorizó el antiguo baptisterio y se convirtió en capilla para el Señor de Esquipulas y posteriormente, se levantó una reja para proteger el atrio del templo.


Y aunque está de moda, el texto anterior no lo creó la inteligencia artificial, como tampoco creó tan impresionante construcción, los datos aquí plasmados son un extracto de investigaciones realizadas por la irremplazable inteligencia humana.





Un poco más de la riqueza del órgano: https://youtu.be/ZJmDZl4z1IE




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