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  • Foto del escritorValerie Rodas

ANDREA, LO QUE NO PODEMOS HACER…

Hasta este momento, y sabe usted, estimado lector, que he escrito mucho; es este el relato que más he tardado en desarrollar; estoy tan maravillada con la historia, que no sabía cómo contarla para que mis letras respeten y plasmen el brillo que esta mujer guatemalteca, merece.


Mientras la escucho, pienso que yo no sería capaz de lograr, ni en sueños, algo similar, especialmente por mis pulmones dañados por el asma; pero ahí estaba, Andrea, con su cualidad de guerrera, como si hubiera leído mi mente, mencionando al público en la conferencia a la que asistí, que ella es una persona de bronquios débiles como consecuencia de asma durante la infancia. Me quedé con la mente en blanco, observándola incrédula, con esperanza.


En algunas ocasiones, cuando envío alguna solicitud de entrevista para este espacio, he recibido una respuesta negativa o ninguna, esto ocurre cuando se trata de personalidades con mucha fama. Para mi fortuna, también han accedido varios respetables e ilustres talentos guatemaltecos; y debo reconocer que pocas veces me he topado con tanta apertura y humildad de alguien que ha alcanzado la cima.

Andrea pasó sus primeros años en la ciudad de Guatemala, sus padres eran jovenes cuando ella nació, es la hija mayor; esto implicó que con todas las energías y precauciones, su papá y su mamá, la llevaran de niña a escalar su primer volcán, para ella esto significó imaginar un mundo de posibilidades, un momento de descubrimiento. En su adolescencia se trasladó a Sololá, y en un pueblito mágico estudió Bachillerato en Turismo.


Me produce, una gran alegría, saber que en esta hermosa patria habita la PRIMERA PERSONA latinoamericana en haber esquiado del Polo Norte al Polo Sur y LA PRIMERA en haber escalado los picos más altos de cada continente. Cardona es también la PRIMERA MUJER centroamericana en escalar hasta la cima del Monte Everest en el Himalaya, el pico más alto DEL PLANETA TIERRA. Lo anterior, es fruto de un esfuerzo casi sobrehumano y contra todos los pronósticos. En nuestra conversación, Cardona me muestra una cualidad muy valiosa: conocer y compartir su propósito con humildad, esto a pesar de lo grande que ha sido.


Andrea me cuenta que ser mujer pareciera ser una limitante para alcanzar la cima del mundo, o al menos así lo consideraban las empresas que declinaron apoyarla en una travesía que Camilo, de CNN, calificó de una aventura similar a los viajes de Marco Polo, mientras la entrevistaba, hace algunos años.

Escuchar a esta aventurera resulta una experiencia que invita a creer que todo nos es posible a todos; su dulzura, apertura y la sinceridad de sus ojos claros, transmiten simplicidad en un relato que es, por mucho, extraordinario.


Cardona es zurda, al igual que su padre, quien se dedicaba al deporte, especialmente al fútbol, donde sus goles eran conocidos como “los del zurdo”. Su madre, quien se dedicaba a la medicina, le enseñó de hábitos saludables, de la importancia de nutrirse adecuadamente y comer bien; Andrea no solo aprendió a alimentarse correctamente, también quiso, desde joven, comerse el mundo y tuvo la oportunidad de ganar una beca universitaria para ir a estudiar en una universidad en Italia.

Durante 5 años, se dedicó a su carrera, a trabajar y a ser completamente independiente en un país muy distinto al que conocía. Y es este uno de los grandes logros de su vida, desde su perspectiva, ya que venció muchos retos en soledad. Se graduó en Economía del Turismo en la Universidad de Génova, Italia, y fue allí donde consiguió oportunidades que le permitieron trabajar como operadora de turismo y guía de montaña. Actividades que la motivaron a conocer Nepal durante 6 meses, con un presupuesto muy corto, y para ella, es este otro de los logros memorables de su vida.


La montañista pasó hace un par de años, la cuarta década de existencia. Nació un sábado, el 19 de junio de 1982 y a los 28 años de edad, un 23 de mayo del 2010, llegó al Monte Everest, a casi 9000 metros de altura sobre el nivel del mar. Llegar allí le tomó 3 años de preparación y su motivación para hacerlo fue que mientras escalaba otra montaña, logró ver el pico del Everest y creyó que podía llegar allí también.

Me contó que mientras se escala no se escucha música, hay que estar con la atención puesta en el entorno, de esto depende la vida, ya que una avalancha o un terremoto pueden ser fatales; sin embargo, cuando sus días transcurren en tierra firme, disfruta de las canciones de Red Hot Chilli Peppers y de los imprescindibles éxitos de los ochenta. Su plato guatemalteco favorito es el pepián y antes de llegar al Everest, escaló 13 montañas, así son los contrastes en la vida de esta mujer.


Andrea me comparte que mientras escalaba hacia la cima más preciada para los récords, tenía confianza porque sabía que se había preparado con disciplina para este reto, pero me recalca que tener confianza no implica olvidarse de la humildad y de los milagros, ya que solo 1 de cada 3 escaladores, logran llegar a la cumbre y depende mucho de factores que no puede controlar el ser humano, uno de ellos, el clima. En mayo se abre una ventana climática en la montaña que permite hacer posible este sueño y por ello, fue el 23 de mayo, el día que Andrea lo cumplió. Cada año, su esposo, un hombre que admira y que reconoce como un gran compañero de vida por valorarla y reconocer sus méritos, reúne a los más allegados para conmemorar el aniversario del ascenso y compartir un plato de Curry al estilo de Nepal.


La comida durante la expedición, que dura meses, incluye alimentos enlatados, especialmente sopas. Durante el ascenso el peso que se lleva es crucial, por ello el equipamiento no debe exceder las 25 libras, cada gramo cuenta. Andrea me cuenta que es una persona friolenta, y por ello se obsesionó con tener ropa adecuada para el clima, las temperaturas en la cima son extremas, 40 grados bajo cero, y en esta ironía, Cardona encuentra una lección muy importante, y es que conociendo nuestras debilidades podemos dominarlas y avanzar sin que nos derroten.


Las bajas temperaturas permiten que la higiene personal sea favorable dentro de lo posible, es decir, con una limpieza diaria con toallas húmedas en el cuerpo, es relativamente suficiente, junto a un baño semanal. Para Cardona, escalar el Monte Everest, fue una lección de vida, le enseño a superar sus miedos, a conocer que es la mente la que nos limita. Mientras ascendía, los primeros días, rodeada únicamente de hombres desconocidos, pensaba en la posibilidad de la muerte y cómo sería pasar sus últimos minutos de vida lejos de sus seres queridos, sentía por momentos que no encajaba en semejante aventura, pero no se rindió, conforme las semanas pasaron, forjó una gran amistad y comprendió la importancia del trabajo en equipo, lo necesario que es dejar el ego, por un lado, para avanzar hacia el mismo objetivo.


Los sherpas habitan en las laderas y valles del Himalaya oriental. Son cruciales en las expediciones hacia la cima; parte de su creencia, al escalar, es pensar positivo, ayudar a los demás y respetar la naturaleza. Cardona reconoce que el acompañamiento de los sherpas y conocer su estilo de vida, marcó su existencia. Al llegar al pico del Monte Everest, la “diosa madre de la tierra”, Andrea se sintió cerca del cielo, una experiencia de vida que es poco comparable con algo que conozcamos quienes no escalamos; a pesar de que tenía todo un discurso preparado al llegar ese instante, la falta de oxígeno y lo abrumador del logro, le permitieron decir poco; lo dijo siempre Gabriel García Márquez, que luego de alcanzar el máximo premio de la literatura, vendría un momento de duelo, porque ya no había más reto que eso. Algo similar sintió la montañista al reflexionar en qué más podría lograr posterior a la cima del Monte Everest que le emocionara tanto. Por otra parte, sabía que el descenso era la otra mitad del camino, la temida “zona de la muerte” estaba esperándola, faltaban 4 días de camino. Durante el recorrido es común ver cadáveres, y esto mantiene la humildad y respeto hacia la montaña, el enfoque es necesario. Una vez en tierra firme, me comparte que quería comer alimentos frescos, ensaladas, frutas, verduras y por supuesto, conversar con su familia.


Andrea tiene una hija, le cuenta una historia fantástica que me pareció muy tierna, le dice que al estar en la cumbre, vio una estrellita, y que esa estrellita era ella, quien bajó del cielo a acompañarla y hacer sus días más felices. Cardona me cuenta que a pesar de su corta edad, su hija quiere subir el Acatenango, y hace algunos dibujos referentes a su deseo. La única razón por la que la montañista volvería a recorrer el camino hacia la cima del Monte Everest, la más alta del mundo, es si fuera por acompañar a su hija, si ella así se lo pidiera.


Desde aquella noche en la que no durmió, cuando comenzó el ascenso del último tramo, a las 10 PM, luchando por sus metas, por demostrar que una mujer sí puede y derrotar a todos aquellos que no creyeron en ella y sobre todo, derrotar sus propios miedos, mucho ha cambiado. Ahora, Andrea es autora, productora, conferencista, una mujer plena, consciente de que el éxito y fama permiten una posición privilegiada que debe ser utilizada con responsabilidad. Cardona se dedica a esparcir su mensaje de esperanza, a compartir su historia de vida para ser inspiración de cómo podemos alcanzar nuestros objetivos y derribar límites que están en nuestra mente. La montañista está convencida de que las mujeres asumimos riesgos de una forma distinta y por ello creó el acróstico “CUMBRE” que significa colaboración, unión, metodología, beneficios a largo plazo, reconocimiento y emociones; cualidades que las mujeres aplicamos para abrir caminos y dejar el espacio un poco más plano a las nuevas generaciones. Sumado a esto, también ha creado el podcast “Mujeres que mueven montañas” en el que entrevista a personalidades que han avanzado contra un sistema que, a veces, busca limitarnos.


A Andrea le gusta el color turquesa, su sitio web andreacardona.com lo refleja, y también refleja el espíritu y grandeza de una mujer guatemalteca que llevó nuestra bandera a la cima; su historia es fascinante, y sobre todo, inspiradora porque con su buena disposición y genuino interés de compartir con propósito, nos hace soñar con alcanzar esa cumbre con la que todos soñamos, en diversos ámbitos. Gracias, Andrea, por hacernos creer que a todos nos es posible, todo. Y que lo único que no podemos hacer, es… rendirnos.


Fotos: Cortesía, Andrea Cardona

RRSS: @andreacardonaeverest




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