DEL POPOL VUH A ARJONA: VANESSA MOYS DE ORTIZ
- Valerie Rodas

- hace 18 horas
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Vanessa es mi prima. Tengo toda la vida de conocerla y no se me había ocurrido que, en este blog que busca exaltar a guatemaltecos extraordinarios, había un espacio para su obra y su historia.
Crecí viendo sus cuadros; de niña me quedaba absorta frente a sus inmensas pinturas cuando visitaba su casa. Hay un recuerdo que siempre regresa cuando pienso en ello: el de mi abuelita llamándole la atención porque no le gustaba que nadie representara rostros religiosos por sus creencias. Vanessa solo sonreía.
La recuerdo con la mirada puesta en el pincel y los colores, concentrada en ese pequeño espacio que estaba lleno de arte. Por mi edad no dimensionaba su talento, pero afortunadamente para eso maduramos. Hago este relato con profunda admiración por sus trazos y por la audacia de sus pinceles.
Empecé por lo primero, queriendo saber cómo comenzó todo.
“Empezó desde que me contaban cuentos de hadas, princesas, etc. Yo tenía mi cuaderno y los ilustraba. Ya en el colegio, en primero básico, copiaba rostros de las madonas de Rafael y Da Vinci, y en bachillerato hacía caricaturas y retratos en el recreo de los novios de mis compañeras.”
Vanessa Moys de Ortiz ha pintado más de 900 cuadros, de todos los tamaños y complejidades que uno pueda imaginar. Para cada profesión hay pasos a seguir; para esta artista, lo primordial es estar de buen humor antes de comenzar a pintar. “Desayunar con mi esposo, arreglarme y servirme un café. Hacerlo de buen humor, porque enojada no puedo pintar bien.”
Entre todas las obras que ha creado, Vanessa guarda un cariño especial por tres: Popol Vuh, un lienzo en el que una estela maya cobra vida gracias a la textura de la arena y a unos ojos de mirada tan real que parecen observar desde el pasado; el retrato de sus abuelos, cargado de ternura y memoria; y el retrato de Arjona, símbolo de una etapa de inspiración.
Si una pintura no resulta como esperaba, corrige el error hasta lograr la emoción deseada. Vanessa ha combinado técnicas de óleo, acrílico y relieve en sus obras. Algunas le toman apenas cuatro días, otras le exigen casi un año de trabajo, paciencia y alma. Y aunque no todas la convencen al primer trazo, no las destruye: las guarda o las transforma, porque para ella cada pintura tiene algo que enseñar, incluso las que no terminan como imaginó. En su colección hay lienzos que parecen fotografías: el detalle es verdaderamente impresionante, especialmente el juego de luz en los rostros y los pliegues en la ropa.
“Soy autodidacta en lo que a dibujo se refiere. Estudié diseño de interiores y siempre me ha gustado variar en lo que hago. Me impresionaban Miguel Ángel, Rafael, Rembrandt y los grandes maestros. Después me gustó Dalí, pues creaba lo que quería e imaginaba, y lograba hacerlo ver tan real como imposible de ser.”
Voy dimensionando su talento en cada una de sus palabras, porque a veces uno tiene ante sus narices cosas maravillosas, pero la costumbre las opaca.
La inspiración de Vanessa suele llegar acompañada de música: rock suave, disco y las voces de los años setenta, desde Mocedades hasta Gloria Gaynor. Aunque usa muchos pinceles, confiesa una pequeña manía: difuminar los colores con los dedos, como si quisiera sentir el alma del lienzo. Curiosamente, casi nunca sueña con sus obras; su sueño REM es breve y sin colores, pero despierta, su mente está llena de ellos.
Me pregunto entonces si alguien que ha experimentado tanto con las tonalidades tiene un color favorito, a lo que me responde: “El amarillo huevo no me hace sentir cómoda. El que más me gusta es el azul, también las tonalidades de verde y morado.”
Vanessa tiene un estilo muy peculiar y genuino. La percibo como un alma libre, con una sensibilidad artística exquisita; da gusto conversar con ella sobre sus cuadros. La pasión es perceptible, y también la paz con la que vive. Mientras escribo su relato, escucho una de sus canciones favoritas y puedo asociar fácilmente imagen al ritmo de Gloria, de Laura Branigan.
Moys de Ortiz tiene dos hermanos, cada uno talentoso en áreas distintas a la pintura. Su madre, a quien cariñosamente llamamos Moli, es una mujer trabajadora que siempre estuvo pendiente de los detalles y de brindar oportunidades a sus hijos. Su padre, a quien llamábamos Chepe y que hoy descansa en paz, fue un hombre encantador, con una mirada que Vanessa, sin duda, heredó. Tiene dos hijos que siempre le acompañan en la vida y un esposo que más vale visitar con tiempo, porque resulta un entretenido y simpático conversador con quien mi papá también disfrutaba charlar.
Su familia, dice con serenidad, se siente orgullosa de su don, su tenacidad y del trabajo constante que ha sostenido su camino artístico. Para esta talentosa guatemalteca, el mayor reconocimiento no llega en forma de premios, sino de gratitud: cada persona que la bendice por su talento y le agradece por haber retratado a un ser querido es, para ella, el verdadero galardón.
“He pintado a Jesús, María y José. También a Arjona, al hermano Pedro, a San Francisco de Asís, a Santa Lucía… y muchas personas de la vida real que me escogen para pintar a sus seres queridos”, cuenta Vanessa con humildad.
Sobre su retrato de Ricardo Arjona, recuerda con detalle: “Me tomó aproximadamente un mes terminarlo. La técnica es mixta, pues la cara, torso y pelo de Arjona fueron pintados al óleo con mi técnica personal, y el fondo es un collage que tiene una veladura de acrílico en tonos azules y negros. Fue el primer cuadro de una serie que quise hacer de retratos de cantantes y artistas, que no logré seguir por falta de tiempo.”
La obra, de 50 x 50 cm, fue creada en 2016 y marcó un punto especial en su carrera: una fusión entre la admiración artística y la experimentación técnica que define su sello personal.
A Vanessa le encanta el fiambre, la compañía de su familia y vivir en serenidad.
Respecto a su obra, busca dejar un legado de armonía: “Quiero que inspire paz, belleza, alegría, tranquilidad, fe, delicadeza, respeto; que gocen y aprecien la naturaleza… He plasmado mis mejores sentimientos y dedicación… le corresponde a mi público opinar sobre mi obra.”
Así que si usted quiere el retrato de Arjona, o cualquier otra obra de esta artista, contáctela a vanedeortiz@gmail.com o al 3818-1898.
¡Qué alegria contar con artistas destacados en nuestra patria! Felicidades, querida, Vanessa. 🖼️































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