«La muerte es justa y pareja para todos, pues todos vamos a morir»
“Decime si vos también lo estás viendo o si soy solo yo…” le dijo el hombre a su amigo mientras observaba petrificado a la figura de la muerte. Me sentí igual semanas atrás, mientras sentada en una banca a un costado del Palacio Nacional, apareció detrás de mí, su altura y vestimenta me intimidó durante unos segundos hasta que reaccioné con la dulce voz de su saludo.
Los niños se acercan a La Muerte con una naturalidad que impresiona, se sienten felices de darle un abrazo y le observan perplejos, pero entusiasmados, decenas de infantes toman de las manos a sus padres asustadizos para lograr acercarse a saludarle, y es que puede que quienes tenemos algunas décadas encima nos sintamos más cerca de llegar a esta controversial, pero innegable realidad de que tarde o temprano, vamos a morir.
Mide 1.90 metros, creció en los alrededores de la zona 3 capitalina y conversar viendole a los huesos no es fácil al principio, parece irreal pero conforme pasan los minutos ya se siente natural reír con La Muerte. Es guatemalteco y se dedica a entretener a los transeúntes del Paseo de la Sexta Avenida de la zona 1 de la ciudad desde hace varios meses. En estas calles, La Muerte conoció a su actual novia y ha visto una considerable cantidad de sucesos muy propios del centro histórico. Algunos días le acompaña su padre sentado en una banca cercana a su punto entre la 16 y 17 calles; su jornada arranca a mediodía del viernes y se extiende hasta el domingo.
“Hola, ¿quieres una foto? ¡Bendiciones!”, exclama a los curiosos con una amable voz que se aleja del tenebroso personaje que representa. Tampoco pensaría uno que La Muerte tiene un aroma dulce.
Su traje lo fabricó él, desde joven se ha dedicado al cosplay, término que es la contracción de “Costume-Play”, una actividad en la que los participantes visten con accesorios y trajes que representan un personaje específico. Los practicantes de cosplay suelen interactuar para crear una subcultura centrada en la interpretación de roles. Esta peculiar interpretación trajo para este guatemalteco algo más que fue adentrarse y conocer la devoción de muchos a la Muerte.
El culto de la Muerte se remonta a 1795, cuando los indígenas adoraban un esqueleto al que llamaban Muerte en un poblado del centro de México y hay testimonios de que este culto permaneció oculto en los últimos dos siglos. Esto lo cuenta el internet. La leyenda popular, cuenta también que en los años sesenta, en Veracruz, México, un local vio la figura de la Muerte dibujada en las tablas de su choza y corrió a pedirle al cura local que verificara la imagen y la canonizara, pero este se negó rotundamente tachándola como rito de satanismo, de ahí que este culto se difundiese de persona a persona sin tener una organización oficial por el temor a ser visto como satánico. Claro está que esto es una situación inaceptable para quienes practicamos religiones abrahámicas como el catolicismo o el cristianismo debido a que cuando Cristo resucitó al tercer día, venció a la muerte para quitarle su poder sobre la humanidad para que así podamos tener resurrección juntamente con Cristo.
Sin embargo, sabrá usted que visita constantemente este espacio, que aquí las letras no están para juzgar las creencias ni tampoco para promoverlas, sino simplemente para plasmar las diferencias en las que coexistimos en esta sociedad. Josué me cuenta que el culo a la Muerte no es para él algo relacionado con el mal, sino, por el contrario, es una creencia que se basa en el respeto y la inclusión, ya que a la Muerte acuden todos los que así lo deseen, sin distinción alguna porque pedirle algo es sencillo siempre y cuando se haga con fe, compromiso y respeto hacia la deidad.
Estuve leyendo respecto al tema, porque la única forma de romper un tabú y de sustentar en qué creer es investigando. Encontré que este culto no es propio únicamente de grupos del crimen organizado, como se ve en las noticias y películas; en Guatemala, su primera aparición pública fue en una escena de crimen en 2008, tal acontecimiento tuvo lugar en el oriente del país a manos de un cartel mexicano del narcotráfico. Pero tal como me cuenta este cosplayer, confirmé que hay personas de buenas costumbres y valores que le piden a la Muerte como si le pidieran algo a un santo o al mismo Dios del cristianismo, es decir, las peticiones incluyen temas de trabajo, salud, protección, bienestar para los seres queridos y un sin fin de situaciones que nada tienen que ver con fechorías.
Con datos, vivencias y herencia, cada quien decide a quien servir y pedir.
El calor del mediodía ya no sofoca a este cuarentón, aprendió a respirar a través de su máscara y a evitar que sus anteojos se empañen. Tiene una vida tan normal como cualquiera de quienes pasan saludándole y dejándole una moneda, disfruta de los platillos chapines y escucha música pop, no un rock pesado como uno creería que escucha un esqueleto que lleva en su semblante el último adiós; es curioso que los esqueletos nos espanten porque debajo de nuestra piel, no importando creencia o clase social, hay solamente huesos también.
Así que, si usted ve a la muerte andando por ahí, no se asuste, si la vemos todos y este simpático ciudadano no le hará ningún daño.
De todas formas, por más que huyamos, la muerte terrenal, a todos nos va a alcanzar.
