EDGAR RICARDO, EL GUATEMALTECO DE BLANCO Y NEGRO
- Valerie Rodas

- 13 nov 2022
- 3 Min. de lectura
Lectura: Lo que toma escuchar Quesos, cosas, casas ⏰
Me gusta pensar en él como Edgar Ricardo, el tipo buena gente que pasaba desapercibido pero que tenía muchos pensamientos que valía la pena que el mundo conociera. Un apasionado de la observación y la filosofía, presiento por sus letras y apreciaciones de la vida.
Cuentan quienes le conocieron que fue un excelente maestro, un excelente basquetbolista, buen hijo y hermano para sus dos hermanas, conociendo los altibajos de su carrera musical, Arjona ha sabido ser un rebelde ante muchas cosas, pero un rebelde con una buena causa en mente.
Edgar Ricardo Arjona Morales es antes que guatemalteco, un ser humano que perseveró para decir lo que tenia que decir a millones de personas alrededor del mundo, para dejar plasmadas en la historia sus ideas respecto a temas sociales, injusticias, cotidianidades y de la exquisita cosa que es enamorarse, del dolor de las rupturas amorosas y de la valentía que conlleva pararse frente a don David para darle una tremenda noticia.
Mi papá murió en el 2003, Santo Pecado salió a la luz en 2002, el hombre que se me fue antes de tiempo solía colocar el CD en un mini componente que emocionado había adquirido y se disfrutaba cada canción del disco a todo volumen, ¿cómo no? hay tanta riqueza en sus letras. Anoche, me dio un golpe de nostalgia en el pecho mientras cantaba a todo pulmón: “Minutos, son la morgue del tiempo, cadáveres de momentos que no vuelven jamás, no hay reloj que de vuelta hacia atrás”.
A Ricardo Arjona están quienes le odian y quienes le aman, el sentimiento es blanco o negro, yo estuve ya en ambos bandos pero me fue imposible quedarme en el primero luego de asistir a uno de sus conciertos en 2012. Desde ahí, no me he perdido ninguno. Presiento que quien odia a Arjona, no lo ha comprendido aún, hay que darse la oportunidad, apague la luz y escuche.
Anoche, el compositor confirmó a cualquiera por qué sus fanáticos le aman tanto, su concierto fue un espectáculo de primer mundo en todo aspecto, qué músicos, qué coristas, qué escenario, ¡qué maravilla! Y aún con todo esto, el tipo conversa coloquialmente con el público, es humilde, carismático, sincero, se baja del escenario, pone a su hijo pequeño en la batería durante una canción, habla de todo un poco y nosotros, su público, lo disfrutamos como si aquella velada hubiese sido ir a ver triunfar a un buen amigo.
Arjona Morales, nació en Jocotenango, creció entre la zona 1 y la zona 18 de la ciudad de Guatemala, impartió clases en una escuela pública y se graduó de Ciencias de la Comunicación en la USAC, ¿cómo no va a saber de la realidad de esta tierra? ¿Cómo no iba a construir una escuela en una necesitada aldea de su país? Ricardo sabe a la perfección de las carencias en educación y de el porqué de lo importante que es abordar ese tema en Guatemala con su Fundación Adentro.
Dos horas y media de concierto, con la piel chinita todo el tiempo, pensando cómo hacerle llegar Chapinópolis porque presiento que el joven que creció aquí entendería muy bien las líneas y las historias allí plasmadas, si usted tiene algún tipo de conexión, me pasa las coordenadas para hacérselo llegar.
Es un orgullo decir que Arjona es guatemalteco, no solo por los premios Granmy y Billboard a su favor, no por su Fundación, no solamente por su éxito musical y reconocimiento a nivel mundial, no únicamente porque fue un queridísimo invitado en Viña del Mar, no solamente porque rompe los moldes, hace lo que le da la gana y es cercano con Sabina, estimado lector, hay que comprender que Edgar Ricardo Arjona Morales es un orgullo guatemalteco porque mientras vivió en este país y cuando lo visita con guitarra en mano, ha sabido ser, en muchos aspectos, un ciudadano ejemplar. 🇬🇹🖤🤍🙌🏼 🎶








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