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  • Foto del escritorValerie Rodas

8M: ROSA

Hoy es el cumpleaños de Rosa, el 8 de marzo. La conocí ayer, por casualidad, el día de mi cumpleaños. Me contó más sobre mi nahual, el T’zikin, el ave mensajera y supe, entonces, que no fue casualidad nuestro encuentro, sino causalidad.


Como siempre, fui a la Plaza Central para recargar mi nuevo año de vida, es que la zona 1 es el corazón de la ciudad y en ella, miles de guatemaltecos hemos dejado parte de nuestra historia. Observé movimiento en el espacio donde descansan las 41 cruces conmemorativas de la tragedia del 8 de marzo del 2017. Varias mujeres estaban reunidas pintando el espacio bajo el sol de la tarde, mi curiosidad me llevó a una conversación que no voy a olvidar.

Rosa se presentó, es una guatemalteca con voz firme, cabello corto, tez morena y convicciones que rápidamente comienza a comunicar.


Conversamos  primero respecto al libro que venden a través del grupo “Colectiva Plaza de las Niñas 8 de Marzo Guatemala”, esto para obtener fondos y así continuar con la “Escuelita Popular”. Rosa es madre y también abuela, desde muy joven comenzó el esfuerzo, ha trabajado siempre, pasa ya las cuatro décadas de vida y su mirada se torna pensativa cuando le pregunto por qué está ahí, bajo el sol, en una lucha que algunos hemos olvidado. Rosa es amable y accesible a mis preguntas. Por momentos se disculpa para saldar a los curiosos, a los medios y a los turistas que se asoman; les da una explicación contundente de por qué está allí y lo que significan esas cruces.


El 8 de marzo de 2017, 56 niñas y adolescentes, bajo resguardo del Estado de Guatemala en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, quisieron alzar la voz en conmemoración del Día de la Mujer, el alboroto comenzó desde la tarde del 7 de marzo, las jóvenes que debían ser protegidas en el hogar, fueron prostituidas, abusadas físicamente y psicológicamente, fueron privadas de alimentación digna, de artículos de higiene, tales como toallas sanitarias, entre otros. Todo lo anterior había sido documentado y reportado en repetidas ocasiones por la PDH, pero nadie hizo nada hasta que ellas decidieron huir.


Contrario a lo que la ley establece, agentes de la PNC tomaron el control de la situación y dentro de una habitación con llave, 56 niñas y adolescentes fueron cruelmente quemadas, murieron 41. Y sí, el fuego de ese día, lo prendieron ellas, pero el infierno lo hicieron arder las autoridades y el Gobierno de Guatemala, tanto con sus acciones e inacciones ese fatal miércoles, y todos los días, meses y años anteriores al trágico incidente.


La noticia fue vista en toda Guatemala, muchos nos indignamos. Rosa, iba de camino a la playa a celebrar su cumpleaños, cuando vio la noticia, se echó a llorar porque es madre y porque era una situación desgarradora que, como ella acertadamente relata, es consecuencia de la corrupción y de cometer el “crimen” de nacer en la pobreza. Inmediatamente, suspendió su viaje y llegó a la Plaza Central para exigir justicia, se sumaron a ella más ciudadanos y fue así como Rosa conoció a las madres de las víctimas y me contó varias de las circunstancias que llevaron a esas niñas a estar lejos de su familia y en efecto, todas las causas recaen en la pobreza y en la falta de oportunidades. Desde ese día, Rosa  permaneció dos años durmiendo en la Plaza de Las Niñas, espacio que instalaron entre varias mujeres en donde han colocado las 41 cruces en memoria de cada víctima.


Fue, siete años después, en enero de 2024 que la audiencia para el juicio para los involucrados en el caso, finalmente, comenzó. Inaudito, pero algo normal en Guatemala.


Mientras Rosa recibe con alegría la visita de mujeres de Chinautla, se sienta frente a mí, Isabel, con siete décadas encima y una sonrisa bondadosa, me cuenta que ella conoció a una de las víctimas, y sabía que estaba en el Hogar Seguro bajo  resguardo del Estado, mientras su madre salía del precario Hospital San Juan de Dios, ya que no había otro recurso que pudiera hacerse cargo de ella mientras tanto. Y así hay muchas más historias que nada tienen que ver con menores en conflicto con la ley, porque el Hogar Seguro Virgen de La Asunción, no era un centro penal, debía ser un hogar, nada más.

Rosa regresa a conversar, tiene un su mano una granizada para el ardiente calor de la tarde, ya está acostumbrada, lleva años dedicándose a alzar la voz sin importar las condiciones del clima.


Me cuenta que el espacio ha sido destruido en 18 ocasiones, pero ella, junto a las demás mujeres de la colectiva, resisten y lo reinstalaran las veces que sea necesario hasta que se haga justicia y las leyes sean reformadas para proteger a la niñez y adolescencia del país.


Rosa y sus compañeras, Isabel, Sonia, Kelly, Gabriela, y muchas más mujeres que no tuve el gusto de conocer, son mujeres admirables, estando allí apenas unas horas, di completo sentido a la palabra sororidad. Había risas, comprensión, consideración, lealtad, ganas de un mejor país, ganas genuinas de proteger a todas las niñas de este país y sobre todo, en esas mujeres conocí la encarnación de la palabra valentía. El camino de Rosa respecto a su seguridad no ha sido fácil, han sido noches de miedo, de amenazas, pero Rosa tiene convicción y un objetivo muy claro que hace honor a su fecha de cumpleaños, el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer.


Lo que me conmovió aún más que el hecho de que quisieran cantar un “feliz cumpleaños” para mí, fue saber de la “Escuelita Popular” que funciona para decenas de niñas y niños los fines de semana, allí, en la Plaza de las Niñas, en medio del Parque Central. La finalidad es hacer saber a las niñas su valor, empoderarse y enseñarles herramientas que las hagan soñar en grande, imparten talleres educativos, de arte y charlas que motivan a la infancia a creer en su futuro. Algo maravilloso y gratificante a mi parecer, ya que la mayoría de los asistentes son menores de escasos recursos en los alrededores del Centro Histórico.


4889-3850 es el número telefónico de La Colectiva para quienes deseen colaborar, adquirir el libro, enviarles palabras de ánimo, aportar con talleres, material didáctico o dinero para que la “Escuelita popular” siga adelante.


Un 8 de marzo, no podría haber escrito algo más valioso que esta historia. Feliz cumpleaños, Rosa. Gracias a todas las mujeres involucradas en esta noble y ardua causa. Un fraternal abrazo para las familias de las menores que fueron víctimas de los servidores públicos que han sido sucios en su actuar y una petición de honorabilidad y acciones concretas para quienes han llegado al Estado con el genuino deseo de servir a la Nación, no nos hundan más.


Con mucho respeto a lo que conmemora este lugar,  me tomé una fotografía, de una tarde memorable con algunas integrantes del grupo y con las amables visitas de Chinautla.



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