A CONTAR CHAPINES

El censo nos dará una perspectiva de nuestra realidad y sin necesidad de tener los resultados basta con platicar con los censistas para empezar a abrir los ojos a ello. No sabemos cuántos somos y cómo vivimos desde hace 16 años.

Platiqué con Carlos, supervisor de un grupo de censistas y quién me sorprendió en feriado y recién levantada para incluirme en el conteo de guatemaltecos, lo recibí con mucha emoción y un vaso de jugo; mientras nos entrevistamos mutuamente, me compartió detalles de lo impresionante que ha sido ir a hogares en donde viven más de 14 personas en un solo ambiente, o visitar los llamados “palomares”, casas con varias habitaciones y cada reducida habitación utilizada como hogar para una familia. No es fácil realizar las entrevistas, en ocasiones las personas les han recibido con una palangana de agua para ahuyentarlos. Deben visitar también sectores de riesgo, casas de prostitución donde las menores de edad salen corriendo a esconderse para evitar denuncias,, trabajar hasta la medianoche para localizar en las calles a los indigentes quienes están en su mayoría drogados, mujeres, hombres y niños que viven en cajas de cartón y aún así les ofrecen de su limitada comida por cortesía.

Otro momento incómodo ocurre al preguntar acerca de la etnia, algunas personas se ofenden con esto y a la defensiva responden con un “¿usted cree que soy indio?” -¿cuándo entenderemos que ser indígena no es una ofensa?- a lo cual el censista debe explicar que es parte del cuestionario. Hablando con Carlos, confirmé que su trabajo no es sencillo, requiere amabilidad, paciencia, un “buen estómago” y sobre todo responsabilidad. Felicito a los censistas por su aporte a Guatemala, contar chapines no es tarea fácil. En nosotros queda ser amables y ofrecer un vaso con agua por si les hace falta. Y a prepararnos para los resultados en 2019, nuestro país necesitará cambiar en varios aspectos.

Foto: Valerie