APTO PARA NOSTÁLGICOS
- Valerie Rodas

- 20 mar 2019
- 3 Min. de lectura
“Mirá pues llamáme, dejá que suene y así creen que me llamaste pero te llamo yo…” esta frase la utilicé desde los 10 años hasta que fue el boom de los mensajes de texto casi 4 años después, yo era muy platicadora y es que antes los patojos ¡llamábamos! de qué hablar nos sobraba y testigo de ello eran los recibos de TELGUA y ¡qué camote! cuando agregaron el detalle de las llamadas, ahí tenía uno a las mamá enfrente cuestionando “...¿y este número de quién es?” y si no había una confesión inmediata del costoso delito llegaba la amenaza de marcar el número para averiguarlo, porque las llamadas duraban hasta horas. Si la memoria no me traiciona eran Q0.15 por minuto y Q0.35 si era a un celular los cuales aún no eran muy accesibles.
A los 13 años mi papá me llevó a Peri-Roosevelt y finalmente entramos a Bellsouth después de meses de varios recortes de prensa convertidos en celulares de cartón en señal de un sueño por cumplir; me regaló un Qualcomm dorado, muy grande y básico, yo quería un Ericsson pero me “conformé”, sería a los 3 meses que mi papá dejaría este mundo, el regalo me lo dío el día del padre, de haberlo sabido, hubiera valorado mucho más el momento. En esa época no existían los “chips”, la tarjeta SIM vino después y la hazaña era ahorrar del dinero del recreo para comprar una tarjeta de saldo y luego administrarlo durante el mes, una noche los jóvenes descubrimos que a partir de las 10pm ¡las llamadas eran gratis! nunca se supo si fue un error o era algo intencional derivado de la migración de Bellsouth a Movistar y es que tener PCS digital, ahora CLARO, era más caro, no digamos COMCEL que es ahora TIGO.
Cuando no había saldo y el teléfono inalámbrico de casa estaba escondido dado los crímenes cometidos anteriormente expresados pues no quedaba más que acercarse a un teléfono público, estaban los de tarjeta recargable y los monederos, en estos se interrumpía el chisme en los últimos segundos con la voz de una mujer extranjera diciendo “deposite veinticinco centavos”, supongo que era extranjera. El comercio de los celulares se disparó, llegó la pantalla de luz azul para reemplazar la amarilla y Motorola hizo el famoso “frijolito” llamado así por su forma, era compacto y de un precio accesible, me robaron varios en la 4ta. avenida de la zona 1 mientras caminaba.
Apareció la pantalla de luz blanca y luego la de colores, llegaron los sonidos polifónicos, nos llenaba de emoción escuchar nuestra música favorita convertida en robóticas notas, posteriormente se podía almacenar música en MP3, aparecieron las cámaras en los celulares, de muy baja resolución por cierto y ya los mensajes de texto comenzaron a reemplazar las llamadas; mientras escribo esto pasan por mi mente recuerdos de los StarTac, Motorola V3, Sony Ericsson Walkman, y mi favorito que fue un Motorola E380 que sacaba luces de colores alrededor ¡era genial! y por supuesto un Kyocera que tenía carátulas intercambiables.
Eran tiempos donde nos comunicábamos más, sin redes sociales ni whatsapp, los conflictos se arreglaban en persona y nuestra forma de viralizar algo era haciéndolo de boca en boca. Se hicieron famosas las Blackberry y el “bbm” marcó la tendencia de los mensajes “gratis” luego llegó Android y IOS y ahora utilizamos whatsapp. Olvidaba algo que pasó mucho antes, el beeper, pocas palabras, mensajes muy claros y un operador que se enteraba de todo. Recordar es volver a vivir así que sus memorias ¡son bienvenidas!
Ilustración: Valerie









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