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ARTE QUE DA VIDA

  • Foto del escritor: Valerie Rodas
    Valerie Rodas
  • 19 oct 2018
  • 3 Min. de lectura

Hace 10 años Isolina estaba jugando basketball, Jimena estaba estudiando, Erick estaba haciendo arte, estudiando, plasmando en papel, yo trabajaba en un banco. Jimena e Isolina son hermanas, su familia pasaría, sin saberlo ni desearlo, por un camino difícil. Erick por su parte sabía que la ciudad era una meta por alcanzar, originario de San Juan Sacatepéquez, un área rural a la que usualmente poca importancia le damos porque creemos que empieza y termina en “La Antigua”. Yo no conocía a ninguna de estas personas.

Todos coincidimos con algo, de pequeños nos contaron historias, nos contaron fábulas y la tradición oral guatemalteca llamó la atención de Erick principalmente, estudió arquitectura en la USAC y en su paso por la cultura conoció hace 5 años a Jimena, para ese momento la vida de Isolina había tomado un giro inesperado; estudió de todo un poco, desde moda hasta naturopatía, diseño gráfico, y el basketball ya no era parte de sus actividades. Jimena iniciaría un movimiento artístico llamado “Arte que da vida” y yo estaba trabajando en un call center, seguía sin conocerlos. Teníamos algo en común, todos de diferentes “clases sociales”, pero todos disfrutando de comer huevitos y frijolitos.

Jimena creó algo “inclusivo y trascendente”, una revista llamada Plomo, con sede en los alrededores de 4 grados norte de la ciudad, Isolina mientras tanto se enfocaba en cerrar la carrera de Traductor Jurado, con las mismas ganas de usar tacones de la adolescencia; Erick pintó cuadros y la colección la llamó “Fábula Errática”, yo, hace 7 meses inicié este blog y Erick lo leyó, le gustó y me invitó a su exposición, anoche; al llegar platiqué con él de cultura, de cómo desde pequeños nos hablan “del coco” que está bajo la cama si no vamos a dormir a tiempo y cómo esto influye en el resto de nuestra vida, ¿qué pasa si le cambiamos el final a los cuentos que nos contaron? y mejor aún y si nos hacemos libres de las etiquetas que nos enseñaron, esas que usamos a diario como “los ricos”, “los indios”, “canchito” “los pobres”,en palabras de Erick: “...los seres humanos somos demasiado para ser definidos con una sola palabra…” ¡cuanta razón!, di un trago al vino que me ofreció Jimena pues el evento era en la sede de la Revista Plomo.

Estábamos todos de pie y pasados los minutos Jimena me presentó a su hermana, Isolina, con quien intercambiamos pensamientos y me contó también que había estudiado Psicología, eran demasiadas carreras para tener 24 años de edad, hablamos de la importancia de valorar los momentos y no desperdiciar la vida con “hueva” por hacer las cosas, discutimos cómo el mayor error del ser humano es creer que nos sobra tiempo, Erick, de 38 años de edad, estaba de acuerdo; sus pinturas serán subastadas y todas las ganancias donadas para apoyar a la causa de Jimena, “Arte que da vida”, esto para costear los medicamentos de un paciente de Esclerosis Múltiple Progresiva, y esta última palabra significa que es del tipo que le da solamente al 15% de la población mundial con esta enfermedad; es agresiva, degenerativa, severa con las funciones motoras, en pocas palabras impide la vida normal de quien la padece y en Guatemala, un medicamento vital de los muchos que son necesarios vale más de $2000 y la aplicación es mensual; la Esclerosis arruinaría la vida de cualquiera, es tan agresiva que se imposibilita caminar, escribir, ver, en fin, un diagnostico no deseado para nadie y yo sólo la había escuchado en los diagnósticos de la serie del “Dr. House”.


La exposición estará abierta de lunes a viernes de 9 a 5 pm durante el mes. Y así, Erick, Jimena, Isolina y yo nos conocimos; todos guatemaltecos, seres humanos, haciendo algo positivo en nuestro país, Erick un artista que está regalando su obra para una buena causa, Jimena, la creadora de la causa y contrario a los pronósticos, sonriente, estudiosa, sin excusas y con todas las ganas, Isolina, por quien han hecho esta causa, diagnosticada con Esclerosis Múltiple Progresiva y con la que ha vivido hace 9 años.

Y me pregunté ¿qué estamos esperando para vivir sin quejas? vivamos esta fábula errática llamada vida, dejando a un lado prejuicios y miedos para así de una vez por todas vivir en paz.


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