🚁 ENTRE ARTE Y CAMUFLAJE 🎭
- Valerie Rodas

- 14 mar 2019
- 4 Min. de lectura
Hace una semana de regalo de cumpleaños fui junto a mi acompañante de aventuras de tour por el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, la idea era visitar también otros museos ese día pero mi sorpresa fue que durante más de 3 horas estuve fascinada conociendo rincones de este impresionante lugar. No escribiré muchos detalles porque la idea es que cada quien viva la experiencia de recorrer a fondo esta joya histórica y arquitectónica.
Esperé al guía en la recepción, ya habían llamado mi atención las líneas de colores en el suelo que se aprecian desde la entrada. Con un fuerte apretón de manos conocí a Rodolfo Ortega, el encargado desde hace 34 años de explicar la magia de cada rincón del Teatro Nacional e inmediatamente respondió mi duda y me contó que debido a que las personas se perdían en las 8 manzanas que ocupa el Centro Cultural, decidieron pintar en el piso una línea de color para cada punto de reunión y así evitar este inconveniente, y fue la azul la que me llevó a la recepción.
Iniciamos la caminata, he ido incontables veces al Teatro Nacional pero en los detalles me había fijado poco, por ejemplo, las paredes están cubiertas con mosaicos y esto fue pensado por el Maestro Efraín Recinos con el fin de embellecer el lugar y evitar utilizar pintura a futuro, se necesitaron 3000 hombres para lograr la genial estructura del teatro, que tiene una figura de jaguar en el techo por si no lo habían notado, como yo; el maestro pensó en cada detalle, desde los sismos hasta la ventilación natural, pensó en el paso de los aviones y cómo esto podría interferir en la acústica y por ello utilizó la orientación de construcción actual.
Hay 305 butacas en el Teatro de Cámara, 2085 en la Gran Sala y espacio para 1800 personas en el Teatro al Aire Libre; se utilizaron focos alemanes de altísima calidad en esta construcción que tardó 17 años en culminar. Efraín Recinos logró una acústica perfecta en cada escenario y se dedicó a un sin fin de detalles más que lo dejan a uno con la boca abierta. Rodolfo compartió su conocimiento conmigo sin egoísmo, con entusiasmo durante nuestra larga caminata bajo el sol y entre datos exactos me contaba también anécdotas que él vivió en este lugar desde su juventud, una de ellas fue cuando conoció al Maestro Recinos quien luego de ver a Rodolfo en un par de ocasiones como acomodador en la entrada del teatro le llamó para hacerle preguntas de la estructura como validando su conocimiento y fue este el inicio de años de amistad entre ambos ¡qué honor!
Mientras me llevaba en el viaje histórico, Ortega me contó también que es un guatemalteco que se esfuerza día a día por llevar el pan a su hogar, utiliza el transporte público junto a su esposa día a día, me sorprendió su humildad luego de la cátedra que me dió de historia, arquitectura, acústica, cultura y vida. Al finalizar el recorrido, llamó mi atención una estructura que dejaba ver un cañón y Rodolfo me llevó hasta la entrada del Fuerte de San José, el Museo Militar que se encuentra arriba del Teatro al Aire Libre, y fue ahí donde nos despedimos.
A la entrada del Museo me saludó amablemente, vistiendo su uniforme de camuflaje, el Sargento Mayor Estuardo Corzo, un amante de la lectura y apasionado de la historia desde hace más de una década, Corzo nos llevó por los pasillos del Fuerte contándonos pedazos fundamentales de nuestro pasado, qué errónea visión tenía del Ejército y es que sólo me habían contaron lo malo en la clases de Estudios Sociales; desde la época de los mayas ya existían soldados y no sabía tampoco que habíamos tenido tantos cambios en nuestro pabellón a lo largo de los siglos ni había visto jamás las clases de nudos que existen para diferentes situaciones en la marina; me emocionó ver los uniformes de siglos atrás, insignias, el primer periódico del país que anunciaba la lotería cubana, el acta de independencia, armas antiguas y saber qué era antes el espacio en donde está ahora la Iglesia de la Recolección, mi barrio de infancia.
Estar cerca de los automóviles y fusiles que en algún momento defendieron nuestra existencia fue abrumador, aprendí también el origen de frases como “...se fue con Pancho” , “...tiempos de tatalapo” y por qué les dicen “chafas” a los militares; fueron horas de mucho aprendizaje, personalmente me impactó entrar a los calabozos, que experiencia tan conmovedora sentarme en el piso frío en el que estuvieron hacinados cientos de presos, me llevé un susto cuando sucedió algo inesperado que era parte del recorrido y derivado casi llegué a sentir la angustia de quienes estuvieron allí.
Por ambos recorridos invertí Q10 en el Centro Cultural y Q5 en el Museo, la experiencia fue invaluable; algunos días después fui a un concierto en la Gran Sala Efraín Recinos y les aseguro que entré muy orgullosa de saber que es parte de la historia de Guatemala y al salir pasé alzando la mirada para observar detenidamente el histórico Fuerte San José de Buena Vista.
Como siempre, por favor cuando vaya a los museos dé mis saludos a Rodolfo y Estuardo, dos guatemaltecos que se interesan por la historia de Guatemala que es nuestra responsabilidad transmitir de generación en generación. Los tours en el Centro Cultural, son previa cita al teléfono 22087777 y los horarios son de lunes a viernes a las 9 y 11 de la mañana y 2 de la tarde. El Museo Militar está abierto de lunes a sábado desde las 9 de la mañana hasta las 4 de tarde y no es necesario hacer previa cita.
¡Conozcamos nuestra historia! 🇬🇹
Fotos: Valerie



















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