✨ JERÓNIMO Y SUS PIEDRAS 🪨
- Valerie Rodas

- 14 ene 2021
- 3 Min. de lectura
“...¿En qué puedo ayudarte amiga?...” me preguntó Jerónimo, un guatemalteco originario de Quiché, vestía una camisa blanca y un suéter café, con el cuello adornado de un collar que él mismo hizo con jade imperial, y un tono de voz tan pacífico como su espacio en un pequeño pasillo de la ciudad Colonial.
El jade imperial es una variante que se encuentra en la tierra del quetzal y representa eternidad, buena suerte y poder. Es la roca favorita de Jerónimo. En el valle del Río Motagua en Guatemala existe uno de los yacimientos de jade más ricos del mundo, con variedad de colores de este mineral que fue tan importante para los mayas, incluso más que el oro por su facilidad para moldear y durabilidad. Jerónimo es consciente del valor espiritual y económico de lo que cuelga de su cuello, sobre su mesa están expuestos decenas de diferentes minerales, piedras con formas extrañas que él mismo ha tallado y otras a las que les bastó la espontaneidad de la naturaleza para lucir mágicas.
Entre texturas y colores, Jeronimo me cuenta que desde muy joven comenzó a comercializar plata, sin embargo viajar alrededor de México y varios departamentos de Guatemala con juventud y poca conciencia lo llevó a perderlo todo, por vicios y malos negocios. Aunque no lo cuenta con pesar sino con la certeza de que fue una vida pasada y encontró en las piedras la tranquilidad del presente. De Flores en Petén, tiene los mejores recuerdos de paz y bienestar.
De vuelta a su tierra natal, buscando encaminar positivamente sus pasos, encontró, gracias a un amigo, el sustento en la comercialización de rocas, un cambio de vida y de energía total, me aseguró. Al referirse a los distintos tipos de piedras y minerales es detallista y sus ojos se tornan místicos con cada explicación “...amiga, tú eres la tierra, tú creas y destruyes tu entorno ...” me dice con una calma inexplicable mientras una geoda impresiona mi vista. Hay piezas desde Q50 hasta miles de quetzales pero a cada una respeta Jerónimo por igual. Con sus manos delgadas de tez morena comienza a preparar una montura para un dije, él, acompañado de su largo cabello de color negro brillante, convierte cualquier piedra en un accesorio de belleza o de curación emocional, dependiendo de lo que crea el comprador.
Cuando le pregunto acerca de las piezas de nahuales mayas que yacen sobre la mesa iluminada con una lámpara de sal, me observa fijamente con sus ojos color café como demostrando que mencioné un tema arraigado e importante en su cultura. Para la civilización maya el nahual de cada ser humano era de suma importancia y se debía aprender a manejarlo, se cree que cada persona está relacionada con un animal que es quién le dirige, con quien se identifica, se encuentra conectado espiritualmente y este mismo se encarga de protegerlo y guiarlo.
Antes de responder a mi curiosidad, Jerónimo mueve sus brazos como un ave, sostiene la mirada fijamente hacía mis ojos y levanta levemente la pierna, imitando el vuelo mientras silba suavemente representando el canto de un pájaro, “...el mío es el Tzi’kin amiga, soy libre como un pájaro...”, de los 20 nawales mayas que existen el de Jerónimo es el símbolo de la suerte, la fortuna y los bienes materiales, es el nahual de las aves y la libertad, de personas que construyen su propio bienestar. El místico hombre de 35 años me explica que cada quien debe conocer su símbolo, me ofrece indicarme el mío ya que para él es necesario ser aquello que nos representa para vivir en armonía, la misma que él transmite pero se acercó un cliente y nuestra conversación se interrumpió, la noche aceleraba mi paso por el lugar; él concretó la venta y le dió de regalo a su cliente una piedra, me aclaró que según las energías que sentía de quienes se acercaban, disfrutaba darles un obsequio, a mi me regaló un pequeño pedazo de amatista, con propiedades tales como el equilibrio emocional, la paciencia y la intuición, hasta el momento le guardo en mi billetera; nos despedimos como si nos conociéramos de hace tiempo y yo me grabé en la memoria a aquel místico ser.
Al escribir este texto, me dió curiosidad saber cuál era mi nawal, vaya sorpresa, con Jerónimo tenemos el mismo símbolo en común y tal vez aquella coincidencia hizo de esa platica un momento tan fluido, puede que yo también deba aprender a ser libre y volar... Cuénteme usted cuál es su nawal, con certeza o por pura curiosidad http://mcd.gob.gt/calcular-nawal/








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