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LAS MUJERES QUE INCOMODAN

  • Foto del escritor: Valerie Rodas
    Valerie Rodas
  • 9 abr
  • 4 Min. de lectura

En esta sociedad moderna tan cuestionable respecto a ética y valoración de la verdad, muchos personas buscan relaciones desde la carencia y no desde la abundancia. Esto ha provocado que una cantidad considerable de mujeres, estemos siendo minimizadas injustamente.


Durante siglos, se ha promovido un modelo de feminidad pasiva, dócil, complaciente y emocionalmente dependiente. Esto, usualmente enraizado por equivocados “fundamentos” cristianos utilizados a conveniencia del machismo y la misoginia.


La Biblia presenta a varias mujeres fuertes que marcaron la historia con su fe, carácter y determinación. Débora fue profetisa, jueza y líder militar, guiando a Israel con valentía. Ester arriesgó su vida para salvar a su pueblo, convirtiéndose en símbolo de coraje y propósito. Rut demostró lealtad inquebrantable y fue parte del linaje de Jesús. María, madre de Jesús, aceptó con fe un llamado divino que transformó la historia. María Magdalena fue testigo de la resurrección y mensajera del milagro. Todas ellas rompieron moldes, actuaron con decisión y mostraron que el carácter firme y la fe no están reñidos con el propósito divino.


Sucede que cuando una mujer muestra lo contrario a la feminidad pasiva con cualidades tales como: seguridad, firmeza, liderazgo e independencia, entonces se rompe el tradicional molde y esto genera incomodidad, especialmente en personas que aún cargan con creencias tradicionales y que carecen de autoestima.


A lo largo de mi vida he tenido el gusto de ser liderada laboralmente, por algunas mujeres con decisión y una ética fascinantes, de un par de ellas especialmente he aprendido las bases para liderar y dirigir mis acciones en la vida.


Una de ellas, ocupaba la gerencia de la operación de la compañía y el director era un hombre. Él era considerado como preciso en sus decisiones, no era cuestionado; si levantaba la voz se percibía como firmeza y cuando tomaba la decisión de prescindir de los servicios de alguien, se decía que era lo correcto porque la persona no estaba rindiendo como se esperaba. Por el contrario, ella siempre era cuestionada por sus decisiones, si levantaba la voz, se decía que estaba “hormonal”, y si despedía a alguien se pensaba que era porque “le caía mal”.  Sin embargo, el tiempo demostró que ella actuaba bajo profunda ética y con una certeza envidiable respecto a decisiones para generación de resultados y cuando dejó el puesto para explotar otra industria, fue muy extrañada por su objetividad y capacidad de tener cada detalle bajo control, siempre bajo el marco del respeto y ese don de empatía que pocos tienen. Aunque era plasmada por muchos como una mujer fría y distante, era en realidad una líder imponente y con una franqueza que pocos tienen y tanta falta hace.


En otra experiencia cercana, una pareja llevó a cabo un proceso de divorcio, él fue percibido como un buen proveedor responsable y “protector de los recursos” y ella ella como alguien irracional que “gastaba desmedidamente” en las comodidades de sus hijos. En la iglesia a la que asistían, ella fue atacada por “no perdonarlo” y no aceptar someterse a una vida de abusos de varias formas. Ella es una alta ejecutiva actualmente y tiene el respeto y admiración en su entorno, principalmente por su ética inquebrantable y audacia para los negocios. Sin embargo, también tiene el rechazo y la hipocresía de algunos que le quieren ver sucumbir, ha recorrido un camino largo de “tener que demostrar” que es capaz; es la única mujer en la junta directiva de la institución en la que trabaja y en vez de reconocer sus méritos, hay quienes insinúan que obtuvo su puesto por otro tipo de situaciones.


Otra mujer, quien ocupaba un cargo importante en una institución de prestigio, decidió hablar con determinación y claridad respecto a un conflicto, esto no fue del agrado de los hombres que ocupaban puestos de más peso y le retiraron su contrato laboral a pesar de tener una gestión muy eficiente y transparente. Caso contrario sucedió con su compañero a quien acusaron otros empleados de faltas graves, pero quien aún permanece en la empresa porque las denuncias, injustamente, fueron desestimadas porque venían de “mujeres histéricas”.


Y así, podría escribir respecto a más historias de mujeres valiosas que son cercanas a mí y han sufrido de aislamiento y rechazo por no ser sumisas. En muchos casos, no son solamente hombres sino también mujeres quienes propician esta discriminación y constantes cuestionamientos, hombres de masculinidad frágil y mujeres de feminidad pasiva, en su mayoría.


En diversos ámbitos, las mujeres que opinamos con firmeza, somos tachadas de resistentes o negativas, las mujeres que tomamos decisiones somos clasificadas como conflictivas, las mujeres que exigimos ética y que se cumplan las responsabilidades, somos frecuentemente reducidas a seres solamente emocionales. Cabe mencionar que, irónicamente, en una época en la que la inteligencia artificial y los números están nublando los valores y el razonamiento, hay miles de personas que se sienten solas por reprimir sus emociones y recurren a conversar con chats de IA por el miedo a ser genuinos y expresar lo que realmente sienten en público.


Las mujeres de feminidad activa, no gustamos tanto, pero seguiremos con esta forma de vivir: desde la acción y no desde la espera, desde la autenticidad y no desde los estereotipos.


Lo que quiero plasmar es que, aunque las mujeres de voz firme no gustemos a muchos, hemos llegado a esta forma de ser porque venimos de superar retos constantemente, tanto personales como laborales y esto nos ha permitido ver nuestro valor, ser consientes de las micro violencias que ejercen algunos y ser intolerantes a ello; también nos permite reconocer y trabajar en nuestras debilidades para vivir desde el amor propio y la abundancia de nuestro corazón.


Estamos aquí para existir con gracia, fuerza, sabiduría y sobre todo, con un propósito.


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