Q0.49 📖
- Valerie Rodas

- 16 jul 2020
- 4 Min. de lectura
En un día de quién sabe qué mes, en medio de una conversación en torno a costumbres y la zona uno de la ciudad, una amiga me dijo entusiasmada: “...Valerie tenés que leer un libro que se llama -49 centavos de felicidad- te va a gustar...lástima que no encuentro el mío…” y así comenzó una búsqueda de ambas partes por conseguir el libro, pero ni en papel ni en digital, fue imposible.
Pasó tal vez un año y el encierro actual me dejó tiempo para organizar varias cajas de libros que eran de mi papá, qué sorpresa la mía cuando limpiando uno a uno encontré “49 centavos de felicidad” sentí un escalofrío de emoción y fue más grande al leer la portada autografiada y dedicada por la autora “al Lic.Roberto Rodas”, una edición de 1988; inmediatamente avisé a mi amiga lo que había encontrado. Y así comenzó una travesía hacia los años 70s por el icónico Pasaje Rubio y sus alrededores.
“Desde mi ventana contemplaba el Pasaje Rubio casi en su totalidad, eran las siete de la mañana, de un momento a otro empezarian a llegar los vendedores de lotería, los dueños y empleadas de los pequeños almacenes y se iniciaría un nuevo día de labores…” cuenta “ratoncito” en el primer centavo. Ratón es el apodo de un niño que lleva y trae las historias, cada capítulo es un centavo hasta llegar a 49 y cuenta la vida de cada personaje; la galardonada novela fue escrita por la artista guatemalteca María del Carmen Escobar, quien se inspiró en la infancia de su unigénito, el artista Jorge Félix.
La trama gira en torno a dos hermanas que tienen cada una un negocio en el Portal, ambas son contrarias en carácter, una muy bondadosa y otra muy engreída, durante los 49 centavos, se encuentra la esencia de la felicidad que lejos está de lo material; los personajes están acertadamente narrados, desde un niño extremadamente maleducado que amenaza siempre con quitarse la vida para manipular a su madre hasta un bohemio que pintando se gana la vida y comparte todo lo que tiene con sus amigos del alma, la señora de “buen apellido” que siempre presume de lo adinerada que fue y así varios personajes que aunque se escribieron hace décadas continúan vigentes.
María del Carmen ganó con este libro el Premio Guatemalteco de Novela en 1983. Escobar, escritora y actriz destacó en los escenarios por su participación en numerosas obras teatrales, entre ellas, las populares “La gente del palomar”, y “Herencia social”.
El centavo 19 narra el cuatro de febrero de 1976: “Yo me quise parar pero no podía, me abracé a él y oía cómo caian cosas, , se quebraban vidrios y uno no podía estar parado… afuera se oía una gritazon de gente, puertas que se somataban, llanto de niños, ladrido de chuchos, quebrazones de cosas… El Parque estaba lleno, allí se habían ido todos los que vivián en el Portal, en el Edificio Elma, en el Edificio El Centro y en todos los alrededores… Mientras en el otro parque frente a la Concha Acústica otros con su Biblia en mano predicando el Evangelio diciendo que el fin del mundo había llegado…Los católicos le echaban la culpa a los Evangélicos, que porque no respetaban a los Santos, y los Evangélicos a los Católicos. Y los que no eran ni chicha ni limonada le echaban la culpa al gobierno, porque siempre al gobierno le echan la culpa de todo. Que si es comunista, que si es gobierno de ricos, y no faltaba quien le echaba la culpa al alcalde, que no sé ni quién era en ese tiempo…” son fragmentos que identifican bien el diario vivir de los guatemaltecos.
María del Carmen Escobar quien falleció en 2014 contaba a un medio escrito en el año 2011: “Todos lo querían mucho. No paraba de jugar y de correr todo el día. Ahí creció, allí tuvo su infancia, porque yo tenía mi negocio en el Pasaje Rubio” sus palabras fueron a raíz de un trágico accidente que cobró la vida de su hijo. “Sin Jorge no hubiera podido escribir ese libro”, agregó aquel fatídico día de marzo.
Jorge Félix ganó premios en las bienales de Arte Paiz, en 1980 y 1984, fue una gran promesa de la plástica nacional y ganó los Glifos de plata y oro en la Bienal de 1992.
El libro me resultó muy entretenido, me sacó varias sonrisas, me conmovió y en muchas partes me identifique con algún personaje, me resultó fascinante recorrer a través de las letras los espacios de el centro histórico de aquella época.
Gracias a las memorias de “ratoncito” y de María del Carmen Escobar. Ojalá querido lector, pueda usted leer este libro y si ya lo hizo, espero lo haya disfrutado tanto como yo. ¡Que viva la escritura, esa que detiene el paso del tiempo y nos transporta! 📚
Le dejo las fotografías de estos dos grandes artistas chapines, una de una obra de Jorge Félix Pérez Escobar de la Serie “Pasaje Rubio” del año 2009 y las dos imágenes que le mandé a mi amiga, aquel emocionante día 🇬🇹

















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