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  • Foto del escritor: Valerie Rodas
    Valerie Rodas
  • 12 abr 2019
  • 1 Min. de lectura


Era de noche, había llovido fuerte el día anterior, de esa lluvia que ya casi no hay “tsssssrrrsssst, tac, tac, tac” las peludas de casa se mostraron ansiosas, ladran sin parar y ven hacia el techo buscando el origen del sonido “tsssssrrrsssst, tac, tac, tac”, para calmar sus ansias y la curiosidad les abro la ventana que está frente al farol de la calle y… ¡sorpresa! comienzo a recordar los pasillos de aquel colegio de infancia dentro de una casa antigua del centro histórico, ahí estaban todos los niños jugando, persiguiendolos, recolectando, organizando las peleas y apostando al más fuerte, otros contando que se los comían en casa y tenían sabor a mantequilla; de vuelta al presente una de las peludas atrapó al intruso y quiso jugar con él pero no midió la fuerza de sus patas y cuando sintió ya se lo había comido, no cubriré sus crímenes, se comió dos más, al ver hacia la calle había decenas de ellos y seguían topándose en la ventana que decidí cerrar para detener la masacre, “tsssssrrrsssst, tac, tac, tac” durante el resto de la noche. Son hormigas gigantes, dicen los campesinos que su aparición anuncia el inicio de las cosechas, los Zompopos de Mayo así se les llama en Guatemala, tenía años de no verlos y me visitaron una noche de abril pero sólo una noche, hasta el momento.

Ilustración: Valerie

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